No duermas para descansar, duerme para soñar, porque los sueños están para cumplirse.

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Fábrica de sueños



La publicidad es una fábrica de sueños, de inventos maravillosos, que nosotros creamos en nuestro interior y que ella materializa en el exterior” (F.Savater)

La mayoría de la gente, incluso autores reconocidos, identifica la publicidad como un mal, un octavo pecado capital que crea necesidades en los consumidores para hacerles gastar incluso más de lo que tienen. Otros, caracterizan la publicidad como una sarta de mentiras para vender productos mediocres a precios de escándalo. Otros autores, como McLuhan, la definen como “la mayor forma de arte del siglo”.

Es difícil, establecer una definición clara para un ámbito tan confuso y ambiguo.

En la facultad nos enseñan las definiciones de publicidad desde todos los ámbitos y corrientes culturales (conductismo, estructuralismo, individualismo, sociología, psicología, Escuela de Frankfurt, empresarios, consumidores, publicistas…), pero la única que debemos recordar al terminar la carrera, es nuestra propia definición de publicidad.

Para mí la publicidad es mucho más que “intentarle venderle la moto” al vecino del quinto. Es mucho más que esos “volvemos en 6 minutos” (que nunca son 6). Mucho más que los folletos que nos sirven de abanico en días de calor. Mucho más que el photoshop. Mucho más que el “postureo” (que ahora está tan de moda) de decir “soy publicista/creativo/diseñador gráfico”.
Quizás he conseguido verle el encanto a todo eso porque cada día, soy un poco más adicta a la publicidad y disfruto en cada brainstorm para sacar un proyecto ficticio adelante imaginando que algún día será real.

He aprendido que la publicidad es una fábrica de sueños, no de necesidades.


¿Qué sería de las navidades sin el anuncio de la lotería? ¿Qué sería de la Coca- Cola sin su chispa de la felicidad? ¿Qué sería del Cola Cao sin el negrito de la África Tropical?  ¿Qué sería de McDonals sin su “para pa pa pa I'm loving it”? Y desde luego, muchos saben en qué estación estamos porque el Corte Inglés se encarga de recordárnoslo (“ya es verano, en el Corte Inglés).




Por ello, nuestro objetivo como publicistas (o aspirantes a ello), es que disfrutéis con la publicidad y no que compréis por ella, que recordéis los anuncios porque realmente son buenos y no por el tio cachas que lo anuncia, que cantéis las canciones de los anuncios porque os traen buen rollo y no por las veces que las habéis escuchado en los anuncios, que las campañas de hace 20 años se recuerden dentro de 30, porque fueron memorables…

Que disfrutéis de la publicidad, tal y como lo hacemos nosotros.


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